20 julio 2010

Sophie

Qué difícil es discriminar entre todo aquello que te gusta. Nunca he podido, por ejemplo, elegir un favorito entre mis escritores o directores. Cada uno de ellos posee un matiz específico que tiene correspondencia con alguna de mis manías, cada uno de ellos logra hacer eco en mis más entrañables perversiones. Si uno me hace llorar con parábolas sobre la pérdida de la inocencia representándolo con bestias en una playa , el otro me excita con analogías existenciales que involucran una coreana amarrada. Imposible decidir. Ninguna mujer la he podido valorar, siguiendo con el dilema, encima de otra entre mis preferencias. Si una sabe forjar porros compactos la otra tiene la flexibilidad de un mono araña. Imposible decidir, insisto. Sin embargo, ahora debo decidir algo en uno de los más dolorosos procesos de mi vida afectiva adulta.

No hay vuelta atrás. No hay prórrogas. Se acaba el espacio de mi disco duro. Gregoria -el nombre de mi vapuleada laptop- me avisó que debo liberar espacio urgentemente. Pospuse esta odiosa tarea durante meses como se retrasan esas labores detestables pero inevitables como subirte al techo para limpiar el tinaco o decirle, por fin, a tu novia que tienes una enfermedad de transmisión sexual. No sabía por donde empezar. Mis carpetas digitales, como mi habitación o mi vida, tienen un frágil equilibrio que sólo tiene sentido en mi cabeza, un ecosistema salvaje donde el archivo en pdf del ‘Primero sueño’ de Sor Juana Inés de la Cruz se pelea a mordidas con el archivo comprimido del capítulo ocho de la quinta temporada de House. De la misma forma tengo archivos en jpg de mi sobrino vestido de pirata en su última fiesta de cumpleaños mezclados impúdicamente con los videos pornográficos que me tomé con una vieja amiga. Hay docenas de notas desperdigadas de poemas malos que nunca serán terminados (por el bien del pudor literario en el mundo, por cierto) coexistiendo con textos cursilísimos que he escrito, ahí sí, sin decoro alguno. Pero con todo eso, de alguna manera, por algunos años, una cantidad decente de gigas en el disco duro me permitió mantener todo lo anterior con desparpajo absoluto. Pero se acabó el espacio.

En un proceso lento y divertido, hasta eso. Pero donde sí me puse a chillar como magdalena enardecida fue al llegar a mi carpeta de pornografía. Los once gigas mejor invertidos de toda mi computadora. No tuve empacho en borrar la segunda temporada de The Big Bang Theory, ni en eliminar la discografía de Frank Sinatra porque sé perfectamente que ambos los puedo conseguir en cualquier momento, pero mi colección de pornografía tan perfectamente seleccionada durante estos años es invaluable. Fragmentarla o mutilarla para liberar espacio me parece una situación abominable. No saben lo difícil que es ubicar joyas como la versión pornogore homosexual de ‘Los Supercampeones’ o las aventuras lésbicas de ‘Heidi’ con Copo de Nieve. La relación del hombre con la pornografía es sumamente especial. Es como esa novia que te fascina pero que no puedes presentar en casa. Esa mujer con la que puedes ser completamente honesto, ponerte un pañal para adulto, pinzas para ropa en los pezones, un sombrero vaquero y masturbarte cada noche sin que te juzgue. Comprenderán, entonces, lo difícil del proceso. La decisión de Sophie me la pela en estos momentos en cuanto tensión dramática. ¿Cómo recuperar ‘Semental, mi querido Watson’ o ‘Las historias guarras de la hermana de Harry Potter’ o ‘La Zorra y el Vagabundo’ o ‘El Sexo Sentido: Veo gente desnuda’ o ‘Alicia en el país de las Marranadillas’? Además, como deben saber, cuando el humano se apasiona en algo lo lleva hasta niveles de especialización insospechados, uno aprende tanto sobre sí mismo obsesionándose. Hay un punto donde un anciano follándose un colegiala tailandesa ya no es suficiente, entonces descubres los hermafroditas o los enanos. O los enanos hermafroditas. Luego es un enano hermafrodita y una llama. Después un enano hermafrodita, una llama y trapecio. Es una escalada. Cuando te das cuenta estás viendo películas francesas que involucran personas con enfermedades venéreas grotescas. No sabía que cabían tantas verrugas en superficies corporales tan pequeñas hasta que los europeos me enseñaron lo contrario. Me parece conmovedor, por otro lado, que esas personas con un miembro menos o una malformación en la quijada tengan la oportunidad de convertirse en protagonistas de una memorable película pornocha, cuando parecía que el mundo no daba un quinto por una mujer con pies peludos o un hombre con gigantismo en los testículos, la pornografía, sórdida pero leal mistress, los reivindicó. Como sea, todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia.

Hasta hoy he borrado cerca de seis gigas de imágenes de personas que no conozco pero que, en algún momento, un amigo o amiga insistió en que conociese; documentos escolares que no sirvieron más que para hacerme desatinar y de los no aprendí absolutamente nada; canciones curiosas que fueron parte del hit parade de mi corazón durante una semana; capítulos de sitcoms descargados ilegalmente para entretenerme por las madrugadas y -ay de mí- he borrado también cientos de clips de japonesas nadando en el bukkake, de latinas adolescentes con implantes con descuento mal hechos en Brasil y de esas estrellas fugaces de la pornografía que sin importar que tuviesen una inquietante afición por ponerse caracoles en los genitales, igual merecieron espacio en mi disco duro.

Eso sí, guardé todas las fotos de mis sobrinos porque, en el fondo, soy un sentimental empedernido.

11 comentarios:

Colette dijo...

Jajaja. Simplemente genial :D

Fhercho dijo...

tsss, enorme, nadie sabe lo que tiene hasta que se pide que se libere el DD...

Mar dijo...

Una llama, un enano y un trapecio. Jajajajá.

Jajajajá.
Amé esta entrada.

La neta es que hay poco procesos tan tortuosos como tener que vaciar un disco duro, una caja de triques o un sótano lleno de porquería acumulada a través de los años.

Yo por eso, mejor me compraba otra compu.

Srita. Bunny dijo...

¡Ja, ja! es bien curiosa la onda.
Todo por andar buscando de tu material... llegué aquí.

Vas a ver.

Estela Rengel dijo...

Pues no eran para ti las flores, pero al haberme dejado el comentario he podido descubrir tu blog, así que muchas gracias. ^^

Te pongo en blogs que sigo para no perderte la pista. Pásate siempre que quieras.

Un saludo.

*Pa dijo...

En cierto modo éso es crecer, desperderse de cosas, y no por ello las vas a olvidar, pero hay que dejar espacio para otras, las cuales pueden superar con creces a las pasadas...
De todas maneras... 11 G d porno, es mucho por no no??? jajjajajja
Y por qué no te compras un disco duro externo y asi no tienes que elegir??

© L. Godiva dijo...

También me reí. Y a eso súmale todas las porquerías que llegan al correo electrónico; luego uno ya no sabe ni qué hacer.

Me gusta cómo escribes. Volveré.

© L. Godiva dijo...

También me reí. Y a eso súmale todas las porquerías que llegan al correo electrónico; luego uno ya no sabe ni qué hacer.

Me gusta cómo escribes. Volveré.

El Ángel Caído dijo...

Hey, pudiste comprar sólo un disco duro externo y ya, ¿no? Pero bueno, no te apures, ahí está el tube8, redtube, etc., etc.

.. Âtipik Fräulein.. dijo...

siempre llegan eso momentos que tenemos que decidir por algunas cosas, para poder conservar otras mas.

Melodías vibradoras dijo...

Creo que siempre es así, si tuvieses un preferido, sería todo muy aburrido. !