08 julio 2009

Cosas

I

Al contrario: cuando las vemos
Se aquietan las cosas en su páramo sutil.

Ya la mesa, en su lugar, silenciosa se vuelve,
la ventana deja de nuevo
traslucir la luz.

Y, lejanas de mis dedos,
inmóviles entonan el silencio que las cifra
las teclas del piano.

II

Los objetos de diario se transparentan, se fugan.
Tu mano puede seguirlos, pero no alcanzarlos.
Tus ojos han de llorarlos, pero no verlos.
Pasarán de largo las pupilas a través de los objetos
(los objetos de diario)
La mano se hundirá, leve, dentro su propio reflejo.
Los objetos de diario no serán los objetos de diario.
Y tus ojos mirarán cómo te cierra la garganta tu mano
que no es ya tu mano
sino la mano transparente que siempre estuvo esperando,
desde el principio,
el punto cierto de todo este final.

III

Sorprender la verdad de las cosas:
no son ellas.
En cada cosa se ocultan las cosas que no vemos.
Las vemos pero no las creemos.
Están ocultas en su propia superficie
y su poder consiste en demostrar
que no son ellas mismas ellas mismas.
Son todas las cosas todas las cosas: lo mismo.
Cuando te quedes quieto mirando alguna cosa
has de verla girar a toda esfera:
la frente de las cosas se mirará de frente.
Y sabrás que lo mismo ya estaba allí
pero era necesario darle vuelta.

10 comentarios:

La Guera Rodríguez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Darina Silver dijo...

Un objeto bello es una alegría eterna, cuyo encanto aumenta y jamás se diluye; sino que nos reserva intimo refugio y un reposo con dulce sueño, salud y respirar sereno.

Por eso yo colecciono canicas.

D.

Luisz dijo...

No sé qué diría ella si lleno el piano de música en su honor.

Pero no importa, o bueno sí, pero el hecho es lo relevante, aunque quizá más la provocación, la gana ...

patospunk dijo...

Hola:

Me gusta como escribes. Aunque insisto en eso de publicar las entradas antiguas.

Quedando de usté....

Nayeli G dijo...

Muchas gracias por la canción, me gustó mucho. También lo que escribiste aquí, me recuerda varias cosas, sobre todo un poema de Luis Jorge Boone que se llama "Arqueología del estoico" que empieza diciendo: "los objetos no existen" y termina: "La boca les da nombre/ Los sueña la cordura/ Mi necesidad de ser/ los crea." Muy buen texto el tuyo. Saludos.

B West dijo...

la "cosa" es algo cotidiano y fútil

D dijo...

Nos quedara pendiente la "charanda" pero un día de estos te caigo por allá...

Veremos que cosas pasan.

Raquelle dijo...

De quién es?
El ojo refleja y la mirada calla.
Siempre hay cosas que vemos y no creemos, cosas que están y que jamás tomamos el tiempo para ver que existen.

Isolda dijo...

Y es mejor ocultarse en lo cotidiano porque es allí donde el hombre no se ve a sí mismo, es allí donde se olvida.

Kare dijo...

Que cosas!
Saludos